Perdemos milenios en decenios, no podemos perder la cultura popular ni su arquitectura tradicional. ¡Ojalá consigamos hacer realidad esta utopía! #SalvemosLosPalomares

Palomares (I): arquitectura rural amenazada #SalvemosLosPalomares

Los palomares, edificaciones civiles representativas de esta tierra, son en realidad algo más de lo que aparentan. Es la simbología de la arquitectura agraria rural más significativa de la comarca. Edificaciones levantadas a base de tapial, barro y teja árabe, unas construcciones que en un elevado porcentaje están volviendo a la tierra de donde salieron en su día. Los que no han caído, amenazan ruina; mientras sus propietarios y la propia Administración miran para otro lado.

Pero tampoco queremos comenzar este informe con una sensación de derrotismo, más bien apuntamos a un esperanzador optimismo, pues no hace muchos años que ha nacido un movimiento social, bastante ‘utópico’ según sus promotores, que trata de fomentar la restauración de los palomares. Desde este medio nos sumamos a esta idea, puede que algo quijotesca. Vamos a repasar los distintos aspectos de los palomares.

[Img #16911]Galleguillos de Campos. Imagen: Irma Basarte



Hay palomares en la provincia de León que datan del siglo XV, alguno queda aún en pie del XVIII, si bien la mayoría son del XIX y del XX. Haciendo un poco de historia, los romanos fueron los que introdujeron en León la cría de pichones. Antaño eran las familias más pudientes las que podían permitirse levantar palomares en sus tierras para la cría de pichones que no sólo ayudaban a la economía familiar, sino que también suponía una seña de distinción social. Tener un palomar en producción era un lujo no al alcance de todo el mundo.

Aunque se calcula que en León llegó a haber hasta 1.500 palomares, a finales de los años 80-principios de los 90 del siglo pasado, Santiago Díez Anta, un ingeniero agrónomo entusiasta, llegó a realizar un catálogo particular con hasta 1.200 edificaciones a lo largo y ancho de la provincia. Así lo dejó reflejado en un ‘librito’ que editó Caja España bajo el título ‘Palomares’. En la actualidad ese inventario provincial puede rondar los 1.300, según datos facilitados por Irma Basarte, otra entusiasta de los palomares que, además de fundar la Asociación de Amigos de los Palomares de León en 2011, está metida de lleno en inventariar estas edificaciones en toda la provincia de León. ¿Entonces, hay más ahora? No, sencillamente es que Basarte incluye también los palomares caídos, los deteriorados, los restaurados, además los que están lógicamente en plena producción.

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Irma Basarte, la 'defensora' de los palomares de León


“León era la única provincia de la comunidad que carecía de un censo actualizado de palomares y en ello estamos”, asegura Irma, quien recuerda que aún no ha concluido la primera fase del inventario. Con las fotografías y las referencias de Díez Anta que le han sido facilitadas por la familia del ingeniero fallecido, Irma Basarte ha tomado el relevo 30 años después y está realizando su propia y paciente revisión comparativa de estas especiales construcciones. Todo por puro amor, puro altruismo. “Durante los fines de semana y vacaciones voy actualizando el inventario, cuando voy sacando tiempo”, explica quien ocupa su dedicación laboral en el Colegio Oficial de Ingenieros Agrícolas de León.

Muchos de los palomares que Irma visita siguiendo la pista de Anta ya no existen, no queda ni rastro de ellos. La defensora de los palomares de León repite modelo cada vez que llega a un pueblo: “Pregunto a los paisanos y paisanas dónde hay palomares y dónde los hubo. Por un lado, está el problema de la despoblación de los pueblos, los dueños de los palomares que se han ido, que ya no hay quien los cuide y también está el cambio en los cultivos agrícolas, donde el palomar ha quedado en medio de una finca y estorba. Si no los tiran, los dejan caer. Cuando llego a un palomar o a unos restos de lo que queda, los mido, los geolocalizo y los fotografío”.

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En la ribera del Cea se contabilizan 46 palomares


Comarca de Sahagún

En la comarca de Sahagún quedan unos 275 palomares, entre los que están bien, regular, en ruinas o sólo los restos de lo que un día fueron estas ‘viviendas’ colombófilas. En el municipio de Sahagún, incluyendo las 10 pedanías, se han inventariado nada más y nada menos que 50 palomares, singulares edificaciones, entre las que destacan los más ‘curiosos’ de Galleguillos y uno ‘misterioso’ que Díez Anta fotografió en la misma población de Sahagún, elevado sobre un tejado pequeño, que actualmente ha desaparecido o al menos nadie da razones de dónde se encontraba hace ya 30 años.

En la ribera del Cea, desde Almanza hasta Sahagún, se contabilizan 46 palomares, a los que habría que sumar otros 175 ‘fichados’ en el resto de municipios del sureste leonés hasta el vértice de Santas Martas. “Aunque los de Tierra de Campos son muy parecidos, dependía mucho del gusto del dueño y del albañil de la zona; si se construía uno y gustaba, otros propietarios pedían hacer su palomar igual que el del vecino”, apunta Basarte.

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Sahelices del Río. Imagen: Irma Basarte 

En cuanto a número destacable por poblaciones, cabría resaltar los 30 palomares del municipio de El Burgo Ranero, los 25 de Joarilla de las Matas, los ocho de Vallecillo, otros ocho en Escobar de Campos o los siete de Bercianos del Real Camino. Cabe destacar el palomar restaurado en Villamoratiel de las Matas, que recibió el segundo premio de Restauración de la Arquitectura Tradicional Leonesa del Instituto Leonés de Cultura –Diputación- en el año 2013; y también el que se conserva en el Caserío de Mahúdes (Monte de Fraga) en plena producción, dentro del término de Calzada del Coto. O el palomar de don Epigmenio, ‘el secretario’, de Joarilla de las Matas, quizá el más grande de todos los de la zona, con unos 13 metros cuadrados de base. Este palomar se mantiene en pie y en plena producción, si bien la restauración que acometieron sus propietarios recientemente, con ladrillo y cemento, no sea la más recomendable por no respetar los elementos arquitectónicos tradicionales de la comarca.

Publicado en el periódico  Sahagún Digital

Palomares (II): vida ‘intramuros’ #SalvemosLosPalomares

Después de repasar el número de palomares que hay en la zona es obligado tratar el estado de los mismos, pues por desgracia ya está muy equilibrado el porcentaje de los que se encuentran en buen estado y los que están deteriorados o en ruina.

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Palomar restaurado en Grajalejo. Imagen: Irma Basarte


La radiografía la hace nuevamente Irma Basarte: “El 55% de los palomares que he inventariado están en buen estado, aunque esto no quiera decir que las restauraciones que se han acometido se hayan hecho con materiales tradicionales, pero el palomar al fin y al cabo se considera salvado. Lamentablemente un 14% de los inventariados en esta comarca su conservación es regular, de hecho, si no se restauran pronto desgraciadamente pasarían a un estado peor y en algunos casos serían irrecuperables. Seguramente que algún palomar que visité en su día ya está en peor estado debido a las inclemencias del tiempo o por los cambios de los cultivos. Otro ocho por ciento correspondería a palomares en mal estado y un 23% ya se consideran ruinas o sólo restos. De todos ellos, escasamente un 20% de palomares están en uso en la comarca, es decir, que tienen palomas, pero de este 20% no llegaría ni al 15% los que se cuidan y mantienen realmente para la cría de palomas”.

La carne de pichón tiene unas propiedades muy recomendadas y un alto valor culinario. Esta carne está considerada como ‘carne roja’, al igual que otras aves de caza como la perdiz o la codorniz, al contener un elevado contenido en mioglobina que otorga el aspecto rojizo a la carne. Como sucede con la mayoría de las carnes de ave, la de pichón es una excelente fuente de proteínas y apenas contiene grasas.

También habría que incluir como valor añadido la producción de la palomina, los excrementos de las palomas que se vienen utilizando tradicionalmente como abono-fertilizante para las huertas, otro elemento de subsistencia de las economías familiares de las zonas rurales.

Los tipos. El barro
Tierra de Campos cuenta con una gran variedad de palomares: redondos, cuadrados, rectangulares, poligonales, con cubierta a un agua, a dos o con cubiertas escalonadas. Dependía totalmente del albañil que trabajase en cada pueblo. Es entendible que sean de tapial y de adobe en esta zona de Sahagún, por ser materiales modestos típicos del entorno, ‘baratos’ y abundantes, al igual que son de piedra y con tejado de pizarra en La Cabrera o en El Bierzo. La utilización de la tierra y el adobe confiere al edificio unas virtudes térmicas muy interesantes al conservar el frescor en las soleadas jornadas estivales y el calor en los gélidos días invernales. Algunos de estos ‘chalets’ de palomas cuentan con patios interiores, tanto los cuadrados, rectangulares como los redondos, donde las palomas pueden tomar baños de sol sin ningún peligro.

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Palomar en Las Grañeras


Todos, eso sí, disponen de las obligadas troneras superiores o vanos que permitan el paso de las palomas, unos pasos que se puedan cerrar en un momento dado para capturar pichones, pero también para impedir que salgan las aves por un tiempo en el caso de tener que aplicar algún tratamiento veterinario. Últimamente alguno se llegó a construir de ladrillo e incluso de los ‘antiestéticos’ bloques de cemento que soportan mejor el paso del tiempo, que no requieren apenas mantenimiento, aunque ello rompa la belleza natural de los materiales del entorno.

Aunque muchos palomares se parezcan entre sí, no hay ninguno igual, pues cada uno tiene sus detalles, su personalidad, su forma peculiar que lo distingue del resto. Lo primero que se tenía en cuenta a la hora de levantar un palomar era su situación, fuera o dentro del pueblo, pero siempre orientado al mediodía para que el sol diera de lleno, algo al parecer imprescindible para las palomas. En el interior hay mil detalles que cuidar, especialmente en los que se refiere a la disposición de los nidales. Estos se disponen en las paredes del palomar a ‘tresbolillo’, con las celdas hechas con el juego de los abobes o excavados en el tapial, necesarias para que el ave anide y duerma resguardada de posibles enemigos naturales.


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En pocos años desaparecerán la mitad de los palomares de la comarca


Hay que hablar de la personalidad que de por sí tiene las construcciones de barro como el palomar, que adquiere un mayor valor plástico al considerarlo dentro del paisaje, con sus formas rotundas y simples, personalidad que en el caso del palomar aislado queda realzada por el protagonismo de su propia masa en un paisaje horizontal y despejado. Una característica que generalmente llega a constituir un denominador común en casi todas las edificaciones son los remates y adornos en forma de cenefas, celosías, pináculos… que casi sistemáticamente adornan las cumbreras y puntos altos de los palomares, cuya razón puede admitir más de una explicación ya que estos remates singulares podrían interpretarse como elementos para llamar la atención de las palomas en vuelo.


Palomares religiosos
A falta de los suficientes palomares que reúnan las condiciones mínimas de ‘habitabilidad’ y de dueños que los mantengan, en varios pueblos de la comarca se han habilitado de forma espontánea palomares en las iglesias que acogen a palomas huérfanas de vivienda, concretamente en torres, troneras, naves y capillas de los edificios religiosos, donde las aves encuentran las cavidades necesarias para pasar la noche y para anidar y criar su prole. La altura de estas torres/espadañas confiere la seguridad necesaria al hacerlas prácticamente inaccesibles. Las palomas encuentran un espacio libre de enemigos ‘de dos patas’, mientras que los depredadores naturales lo tienen realmente difícil. Eso sí, no hay aprovechamiento de pichones en estos palomares a no ser que las troneras tengan posibilidad de acceso y se cuente con el permiso parroquial para hacer inclusiones de descaste.

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Los 'regalos' de las palomas en la iglesia de La Trinidad, en Sahagún, hoy auditorio municipal



No son las palomas tan sucias como las cigüeñas en lo que a las molestias con los templos se refiere, pero qué duda cabe que la palomina que generan también provoca alguna que otra gotera al bloquear las canales de las cubiertas que las aves utilizan como pistas de aterrizaje, despegue y solárium.

Publicado en el periódico Sahagún Digital 

Palomares (III): demasiados enemigos #SalvemosLosPalomares

Las actuales razas de palomas domésticas descienden de la paloma salvaje (Columba livia), considerada como el origen de casi todas las razas domésticas que ha ido creándose a lo largo de muchos siglos de cría y selección, en tipos tan distintos en colores, talla y aspecto general, superando en más de 150 las razas conocidas y estandarizadas.

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Paloma doméstica. Imagen: Miguel Ángel Madrid Gómez


La ‘plantilla’ de palomas utilizadas para la producción de carne en Tierra de Campos, se mueve en una mezcla entre la bravía, también llamada paloma de roca, y la zurita, más característica de la zona. Las diferencias entre ambas son muy sutiles, con una envergadura de ala en ejemplares adultos que ronda entre los 60 y los 70 centímetros y un peso aproximado de 300 gramos. El color de la bravía es gris azulado con dos anchas bandas negras sobre las rémiges secundarias y otra raya negra al final de la cola, además de reflejos verdes y rojizos brillantes a ambos lados del cuello; mientras que la zurita tiene un color gris oscuro, con ausencia total de blanco, y rayas de ala muy cortas e interrumpidas.

Los enemigos
El enemigo principal de las construcciones, de los palomares, es el simple paso del tiempo, la lluvia y el viento que erosionan el barro si no se le aplica una capa de barro (encapachar) o se repasa las goteras y la recolocación de las tejas de la cubierta (retejar). El propio declive de los pueblos, la despoblación del mundo rural, el éxodo de sus gentes, ha provocado que los palomares vayan yéndose al suelo paulatinamente. Si hubiera que decirlo a modo de parábola del Evangelio: ‘Tierra son y en tierra se convertirán’.

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Las actuales razas de palomas domésticas descienden de la salvaje 
(Columba livia)



Los cultivos extensivos también han hecho mucho daño a las palomas y a sus ‘viviendas’, con reconcentraciones parcelarias que han dejado las construcciones aisladas a su suerte. Las mismas cosechadoras barren literalmente las espigas sin dejar poco o nada de restos de cereal para picotear. Por quedar no quedan ni muelos (montones) de grano en las eras del pueblo, dado que ya no se trilla ni se realizan las labores de recogida de antaño. Lo normal es que del remolque o el camión, que esperan a que las tolvas de las cosechadoras se llenen, vaya el grano directamente a los almacenes, dejando a las aves huérfanas del alimento esencial.

Otro enemigo claro de la paloma es el cazador desalmado, escopetero más bien. No el cazador que dispara al ave en campo abierto cuando trata de alimentarse en las fincas de labor, sino el que, frustrado por no llevarse otra pieza a la percha o al morral, se apuesta junto al palomar de turno para disparar al bando a la salida o a la entrada de la edificación, una práctica censurable y totalmente prohibida que puede acarrear duras sanciones por contravenir la Ley de Caza de Castilla y León.
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2018, el Año de la Lechuza



Pero la mayor amenaza de las palomas está en el propio campo que frecuentan como animales libres que son, aunque al final sea una semi-libertad controlada. “Todos los herbicidas, pesticidas y demás idas y abonos que se echan nos lo devuelve el campo de una u otra forma, a través del agua o en este caso de los animales que se alimentan. Hay muchas palomas que mueren de toda la mierda que se echa”, explica Irma. Por eso es muy importante de forma periódica limpiar de excrementos (palomina) nuestro palomar y desinfectarlo convenientemente.

Hablando de los enemigos de las propias palomas, comenzaríamos con las enfermedades comunes para las aves y gallináceas, como es la temida cocidiosis intestinal. Otra afección común en las palomas es el virus MPV-1, también conocido como Newcastle, que requiere de vacunación obligada para evitar el contagio. Para tratar algunas de estas enfermedades se opta por cerrar las salidas del palomar, generalmente de noche, para aplicarles el tratamiento en el agua durante uno o varios días, acompañando de comida, para lo que se aprovecha el momento de la dormidera.

Y también tienen enemigos naturales nuestras palomas, predadores alados como el halcón peregrino, que los hay en la comarca (lo revisaremos en un futuro reportaje). Precisamente se solían construir los palomares no muy cerca de arboledas para evitar que estos predadores estuvieran al acecho y dieran captura a las palomas al entrar o al salir de sus moradas. De todos modos, las palomas que suelen capturar los halcones suelen ser los ejemplares más débiles, por lo que interviene en este caso la selección natural totalmente asumible por la especie.

Otros predadores naturales son los temidos mustélidos como la garduña, la comadreja o el armiño, eso sin contar con esos gatos asilvestrados o domésticos que se han aficionado a cazar fácil con sólo trepar hasta una tronera. “Si entra un bicho de estos, las palomas acaban por largarse; tienes que limpiar bien y encalar, porque si huelen algo no te vuelve a entrar ni una”, apunta Basarte.

Igual de temida entre los colombófilos es la rata común que, una vez encuentra el nido, no duda en matar y alimentarse de los tiernos pichones, con un agravante: la rata es capaz de matar decenas de ejemplares jóvenes de paloma para ingerir una cantidad ridícula de carne, al estilo del comportamiento del lobo con respecto al rebaño de ovejas.

Como los palomares están ubicados en campo abierto es también muy común la visita de pequeños roedores del tipo topillo de campo, más cuando se producen esas explosiones periódicas tipo plaga. Ahí es cuando entra en escena una especie amiga-colaboradora de las palomas: la lechuza (Tyto alba). La gente piensa que las lechuzas comen pichones, pero nada más lejos de la realidad. La recién nombrada en este 2018 por la Sociedad Española de Ornitología (SEO-BirdLife) como Ave del Año se alimenta en un 90% de roedores, controlando precisamente las plagas que arrasan el campo en determinadas temporadas. También conviene apuntar que las lechuzas no atacan a las ratas, de no ser que se trate de ejemplares jóvenes.

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El silo de Cea, 'nido' de palomas. Imagen: Yolanda Rodríguez


Las propias palomas suponen también un problema en sí mismas. Esa carencia de alimento en el campo abierto, de grano, tal y como se ha apuntado anteriormente, provoca que los bandos de palomas se concentren en naves agrícolas, en granjas, establos o apriscos de ganado que se alimentan a base de cereal o de pienso, precisamente en busca del alimento ‘fácil’. El hambre agudiza el ingenio, dice el refrán. Pero, claro, esto justifica la ira de los ganaderos que tienen que recurrir a la colocación de trampas o a contratar empresas especializadas que hacen lo posible para ‘deshacerse’ de las molestas aves que diezman el alimento del ganado estabulado en un porcentaje nada desdeñable.

Publicado en el periódico digital Sahagún Digital

Palomares (y IV): defensores utópicos #SalvemosLosPalomares

La Asociación de Amigos de los Palomares de León se constituyó en 2011. Es justo reconocer que la verdadera impulsora de la asociación fue la etnógrafa Concha Casado Lobato (1920-2016), que a la vez era también su presidenta de honor. Se trata de una entidad que carece de socios y de cuotas, pero que mantiene un blog activo y muy interesante. Sus fines son claros: realizar el inventario/catálogo exhaustivo de todos los palomares tradicionales de la provincia de León; promover la protección, conservación, restauración y defensa de los mismos… en definitiva, salvar estas edificaciones de la arquitectura popular amenazados por la ruina, los que quedan en pie poderlos conservar, con o sin palomas en su interior, en favor del patrimonio arquitectónico y cultural.


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Irma Basarte, de la Asociación de Amigos de los Palomares de León


“Desde la asociación estamos realizando en la actualidad una exposición itinerante, ‘Palomares de León. Utopía en camino’, que irá por toda la provincia de León, por lo que pedimos que si algún municipio está interesado en que la muestra se lleve allí, que se ponga en contacto con nosotros; el único requisito es que tengan un lugar apto para dicha exposición y una póliza de Responsabilidad Civil por si se deteriora alguna de las obras”, avanza Irma Basarte, alma máter de la asociación, quien remarca que el matrimonio de holandeses que invirtió 24.000 euros para restaurar en el Bierzo el palomar del Monasterio de Carracedo, ya ha pedido llevarse la exposición a Holanda.

Y para predicar con el ejemplo, Irma compró un palomar en Santas Martas en 2010. “Cuando lo compramos estaba en ruina, ya que se había caído una pared entera y parte del tejado, pero lo restauramos y lo pusimos en producción. Con esto quiero decir que sí se puede restaurar un palomar. Actualmente tenemos palomas y la palomina nos sirve de fertilizante para abonar la huerta”, apunta Basarte.


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Palomar en Villapeceñil. Imagen: Irma Basarte


“Es necesario sensibilizar a la sociedad y a los distintos órganos de la Administración estatal, autonómica, provincial y municipal, toda una utopía. Hay que hacer mucho hincapié en que los dueños tienen que restaurar sus palomares, que se pongan en contacto con la asociación o con el Instituto Leonés de Cultura, pero que los restauren, tenemos que pelear por lo nuestro porque tenemos muy claro que en el momento que un palomar vuelve a la tierra, este muere para siempre”, indica Irma, una defensora comprometida con el patrimonio más amenazado. “Cada palomar no sólo tiene su nombre, normalmente el del dueño o propietario, sino que cada uno tiene su pequeña historia, por eso tengo en mente en una segunda fase cogerme una grabadora y grabar a la gente de los pueblos las historias de sus palomares”, avanza Irma.

Las ayudas
La Diputación de León puso en marcha en 2017 por primera vez una línea de subvenciones para animar a los propietarios de los palomares que aún permanecen en pie a emprender una restauración o, al menos, una acción de mantenimiento para evitar que se venga abajo la construcción. “El día que inauguramos la exposición en el Museo Etnográfico de Mansilla de las Mulas le dije al presidente, Juan Martínez Majo, que tenían que sacar una subvenciones para restaurar palomares; me dijo que sí que las iban a sacar, en principio no le creí, pero al cabo de unos meses publicaron las bases, las sacaron”, comenta Basarte.


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La Diputación ofrece ayudas a los que se animen a restaurar los palomares. Imagen: Irma Basarte



Pero de la emoción inicial se pasó a pesimismo, a la desilusión. De la esperanzadora convocatoria de las ayudas para restaurar edificios de interés etnográfico-arquitectónico popular se pasó a la realidad: solamente cinco propietarios de palomares pidieron ayuda económica para restaurar sus edificaciones. “Ha sido un chasco, no sabemos si es que la gente no se enteró de la publicación de la convocatoria de la ayuda o que se han echado para atrás porque tienen que sufragar una parte de la obra, como es natural, pues no les cubre la totalidad del gasto. Lo que esperemos es que la Diputación las siga convocando y que la gente se anime a restaurar su palomar”, apunta Irma.

Apadrina un palomar. Marca de calidad
En julio de 2017 se celebró en la localidad vallisoletana de Cuenca de Campos un Foro de Gastronomía y Patrimonio donde se trató la curiosa iniciativa ‘Apadrina un Palomar’ lanzada por la Fundación Re-habitar Tierra de Campos para poner en valor el pichón como producto gastronómico de alto nivel. También se habló de la posibilidad, además, de dotar de una marca de garantía de calidad agroalimentaria a esta ave que se cría en los tradicionales palomares terracampinos.

En aquel foro se propuso asimismo crear una microempresa con un número sostenible de palomares para que sea rentable (unos 15) que logre gestionar el mantenimiento y la producción de pichones que luego comprarían determinados restaurantes de las cuatro provincias (León, Zamora, Palencia y Valladolid), un compromiso que pasaría por tener en sus cartas platos elaborados con pichones durante todo el año. Una vez en marcha este ‘negocio’, los pichones se matarían en Industrias del Pichón Bravío, un matadero que lleva funcionando en Cuenca de Campos desde 1999 gracias al empresario Félix de la Viuda.


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Palomar en Grajal de Campos. Imagen: Irma Basarte 
(Alguien recortó esta foto para el reportaje)




Todas estas iniciativas buscan generar empleo y fijar población en el medio rural gracias a uno de los elementos arquitectónicos que mejor define el paisaje de Tierra de Campos, el palomar.
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