Perdemos milenios en decenios, no podemos perder la cultura popular ni su arquitectura tradicional. ¡Ojalá consigamos hacer realidad esta utopía! #SalvemosLosPalomares

En nuestro palomar utópico ha anidado una pareja de lechuzas #SalvemosLosPalomares

 
En nuestro palomar utópico ha anidado una pareja de lechuzas y ahora mismo están sacando a cuatro pollos adelante, conviven lechuzas y palomas sin ningún problema y además ayudan a mantener limpio el palomar de roedores #SalvemosLospalomares y protejamos a las lechuzas.

La ignorancia hace que se consideren enemigos a las lechuzas, cuando en realidad no lo son, incluso algunos libros hablan por supuesto sin saber de lo que están hablando que las lechuzas son el enemigo número uno de los palomares.


Irma Basarte10.-

Casas de señoritas #SalvemosLosPalomares

Cada vez que los ves al cruzar veloz esos Campos Góticos (al hilo, ¿por qué siempre cruzamos a toda leche lo terracampino y la parda castellanía?, ¿nos espantan los horizontes largos por creerlos inalcanzables?), te preguntas por qué no hay palomares iguales (de nuevo se clama por su arreglo público; ¿siendo privados?), parecidos, pero no iguales... y también lo has visto en las bodegas excavadas en cuestos o lomas. Aún quedan muchas aquí de las 60.000 que hubo -solo en Valdevimbre, más de 300-, que esto es un León siempre furacado para buscar agua, guardar vino o sacarle las tripas de carbón a la barriga de los montes; de siempre nos fue el minar terrenos o sembrar simas por las que se nos esguiló el futuro minero aquel... que por eso, por llevar siglos pisando carbón, uvas negras y bosques quemados, la horda vecina llama con alguna razón a la noble tribu cazurra indios «pies negros»... y ya habrá algún lector que, al llegar a casa, vaya al cuarto de baño a mirarse la planta de los pies por si descubre algún rastro de este estigma genético, alguna mancha negroide que evidencie una inoportuna o excesiva cazurrez, de la misma forma que en la parte inferior de la lengua de la oveja se dibuja el color de su lana o manto (¡cagon mi mantu!)... pues así la planta de nuestros pies, legado de nuestros ancestros que estaban o vinieron aquí a esclavizarse en minerías o a pisar uva en las tantísimas bodegas.

Otro tanto los palomares, hijos del padre que les parió, que pudo ser albañil tacaño o primoroso, cuadradón o azulejines. El saber del tapial en los muros, el adobe en los nidales y la teja mora en sombreros y albardillas congrega muchos tipos de mano: la discreta y la esparaván, la humilde y la enredada en arabescos porque hay rango.

Y el que ama o vive de palomas las cuida hasta con mimos, como aquel de Villasinta que volvía del monte con solo unas matas de tomillo, ¿?... pregunté; iba a picarlo con hocil al pie del palomar: con él hacen y mullen su «nial»... las palomas son muy señoritas, no lo sabe usted bien. Palomar perfumado.

Publicado: Diario de León 

Irma Basarte10.-